En el
centro del pensamiento de Lao-tse se encuentra la idea del Tao, el cual es
tratado como la fuente originaria de todo ser y la fuerza que sirve de base
para todo. Al mismo tiempo, el Tao también sirve como ley universal y como hilo
conductor éticos para la conducta correcta.
El
Tao es el fundamento originario del mundo, del cual procede todo. Del puro
trascendente no-ser surge el ser, el Tao como un todo-uno inseparable y
engendra como dicha unidad la dualidad de yin y yang. Del dualismo de estos
principios surge el aliento vital que crea la armonía de las dos fuerzas
antagónicas. Esta trinidad de yin, yang y aliento vital engendra entonces la
multiplicidad (“los diez mil seres”). De este modo el Tao es el origen de todos
los seres, se nutre de su fuerza y los completa por medio de su efectividad.
Mientras
el Tao se convierte de esta manera en multiplicidad, aparecen en el universo
unos antagonistas que antes no existían, tales como, bueno-malo, pesado-ligero,
largo-corto, antes-después, femenino-masculino, yin-yang.
Estos
están condicionados mutuamente, lo cual significa que desde el surgimiento
están asignados a su contrario. Así mismo ocurre con la virtud humana, por ello,
el hombre debe apartarse de los afanes mundanos y esforzarse en alcanzar la
libertad ante todos los lazos terrenales. El Tao aparece como lo único estable
contra el mundo en curso de cambio y el hombre debe hundirse totalmente en el
Tao y quedar absorbido por él.
¡Feliz miércoles!
No hay comentarios:
Publicar un comentario