martes, 28 de noviembre de 2017

La doctrina y la práctica

La doctrina y la práctica deben ser parte de nuestra vida. Se trata del mismo principio que contemplan los practicantes de cualquier religión, como budistas, cristianos, musulmanes y judíos: independientemente de cual sea nuestra fe, si nos comprometemos a procesarla debería convertirse en parte fundamental de nuestra vida. Asistir a misa los domingos y orar durante unos minutos no es suficiente si nuestro comportamiento permanece inalterable. Nos hallemos o no en una iglesia o en una catedral, la doctrina de nuestra propia religión ha de estar en nuestro corazón. Sólo así podremos experimentar su verdadero valor, de lo contrario no será más que un mero conocimiento insuficiente para afrontar los problemas diarios.

Cuando la doctrina entra a formar parte de nuestra propia vida, adquirimos una fuerza interior que nos ayuda a sortear cualquier problema. Incluso cuando envejecemos, cuando padecemos alguna enfermedad incurable o cuando sobreviene la muerte, nuestra práctica sincera nos proporciona cierto tipo de garantía interior. Después de todo, la muerte es parte de la vida, nada hay extraño en ella ya que, tarde o temprano, todos tendremos que cruzar ese umbral. En ese preciso instante, haya o no haya vida después de la muerte, lo más valioso es haber alcanzado la paz mental. ¿Cómo podemos alcanzar la paz interior en semejante momento? Sólo podremos lograrlo a través de cierta experiencia personal que nos proporcionará fuerza interior, algo que nadie –ni los dioses ni los gurús ni los amigos- pueden brindarnos.

Ésta es la razón por la que Siddhartha Gautama (Buda) dijo que sólo uno mismo puede ser su propio maestro.

martes, 21 de noviembre de 2017

Budismo – El karma y las emociones

Las emociones aflictivas son nuestro principal enemigo y la fuente de sufrimiento. En el momento que éstas invaden nuestra mente, destruyen nuestra paz psíquica, a veces nuestra salud e incluso nuestras relaciones con los demás.

Todas las acciones negativas como matar, intimidar, engañar, etc., son producto de emociones aflictivas. Éstas son, por tanto, nuestro auténtico enemigo.
Un enemigo externo puede ser perjudicial en el presente pero quizás útil en el futuro, mientras que un enemigo interior es sistemáticamente destructivo porque siempre está en nosotros, lo que le convierte en un verdadero peligro.

Cuando en 1959, China invade al Tibet, huir del allá fue una posibilidad física. Y así lo hicieron. Sin embargo, vaya a donde vaya mi enemigo interior me persigue. El enemigo interior sigue presente en cada momento, incluso mientras se medita.
En definitiva, la clave es reconocer que el destructor de nuestra felicidad está siempre en nosotros mismos.

¿Qué podemos hacer al respecto? Si luchar contra este enemigo y eliminarlo es imposible, lo mejor es olvidarse del camino espiritual y entregarse al alcohol, al sexo y demás evasiones. Sin embargo, si cabe la posibilidad de erradicarlo, debemos equilibrar las fuerzas de las partes que constituyen nuestra naturaleza humana, cuerpo, mente y buen corazón,  para lograr reducirlo totalmente. Éste es, precisamente, la verdadera razón por la que en la doctrina de Buda la vida humana es considerada tan valiosa. Sólo esta forma de existencia permite al ser humano entrenar y transformar su mente a través de la virtud de la inteligencia y el razonamiento.

¡Feliz martes!

martes, 14 de noviembre de 2017

Budismo - El karma de la persona

¿Qué debe hacer un practicante budista para llevar una vida moral?

La última aspiración de toda persona es lograr librarse del samsara (o sufrimiento) y alcanzar la liberta espiritual o iluminación, por lo que su principal objetivo es vencer las kleshas (o los pensamientos negativos o malsanos). Sin embargo, para un practicante no hay forma de combatir las emociones y pensamientos negativos en el nivel inicial, así que el procedimiento más sensato es hallar el modo de reprimir las manifestaciones que estos actos negativos del cuerpo, de la palabra y la mente. Luego hay que mantenerse en guardia para evitar que estos actos negativos puedan dominarnos.

Una vez superado este estadio, el siguiente paso es enfrentarse a la causa principal, es decir, la ignorancia. En esta fase la persona ya es capaz de contrarrestar las fuerzas de los keshas directamente. Tras superar el segundo, el tercer estadio no consiste solo en vencer las emociones y pensamientos negativos, sino erradicar todas las propensiones y huellas que éstos han dejado en el psiquismo. Ésta es la razón por la que un verdadero aspirante espiritual debe, en primer lugar, superar el comportamiento negativo, en la fase media contrarrestar cualquier apego por su propio yo, y en el estadio final desatarse de todos los lazos que nos aferran al reino del sufrimiento.



¡Feliz martes!