Desde el principio, los judíos reconocieron en su
vida espiritual y política la autoridad de profetas, es decir, de individuos
elegidos por Dios para transmitir su palabra y hacer cumplir su mensaje. Éste
es el caso de Abraham, quien, tras escuchar su llamada, lidera una ardua marcha
en busca de la Tierra Prometida movido por la fe de ver cumplida su promesa, y
también de Moisés, quien, a instancias de Dios, organiza la vida del pueblo
judío sobre la base del monoteísmo. Todos los profetas exhortan al pueblo a
penitencia mediante promesas, como la llegada la llegada del Mesías y el
cumplimiento de su obra salvadora, y también amenazas. Así, ante la corrupción
del pueblo, predican el arrepentimiento y proclaman que, de lo contrario, Dios
castigará a sus fieles servidores con todo tipo de desgracias.
¡Feliz martes!
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