Caín y Abel eran los hijos
mayores de Adán y Eva. Nacieron tras su expulsión del Jardín del Edén.
Caín, el primogénito, fue el
primer ser humano nacido del vientre de una mujer, de acuerdo con la Torá. Caín
labraba la tierra, mientras que su hermano era pastor de ovejas. Un día, Dios
les pidió que hiciera un sacrificio cada uno en su honor. Se dice que Abel se
lo pensó mucho para decidir qué haría más feliz al Señor, hasta elegir a uno de
sus preciados corderos. Caín, por su parte, decidió sacrificar lo que menos
necesitaba, algo de fruta y cereales. Dios se decantó sin duda por Abel. Caín
tuvo al instante celos de su hermano menor y lo asesinó.
Así, cuando Dios vino en su
busca, no pudo encontrarlo. Preguntó a Caín dónde estaba, y él respondió: «No
lo sé. ¿Acaso soy el guardián de mi hermano?» (Génesis 4, 9).
Cuando Dios se dio cuenta de
lo que había hecho Caín, lo castigó maldiciéndolo: ya no podría labrar la
tierra, y sería un nómada el resto de su vida. Caín estaba preocupado porque la
gente con la que se encontrara le Pudiera hacer daño, así que Dios le impuso
una marca protectora.
Más allá de las lecciones
religiosa y moral, esta historia ilustra el conflicto histórico entre la gente
que trabaja la escasa tierra fértil para cultivar semillas y la que prefiere
emplearla para criar ganado. La cultura sumeria tiene un cuento similar, en el
que una bella diosa debe elegir entre dos pretendientes: un dios agricultor y
otro dedicado al pastoreo.
Otros datos interesantes:
- La naturaleza de
la señal impuesta por Dios a Caín no queda explicitada. Algunos aseguran
que le marcó la cara o le volvió pelirrojo, mientras que otros creen que
le tiñó de negro la piel, teoría empleada más adelante para justificar la
esclavitud.
- En algunas
versiones musulmanas de esta historia se asegura que Abel no ofreció
resistencia a su hermano cuando vino a matarlo, lo que se interpreta como
un símbolo del pacifismo.
¡Feliz inicio de semana!
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